septiembre 04, 2009

¡Vamos a jugar al Señor de los Anillos!

Ese era el deseo de mi hijo a mediados de la semana pasada y el jueves a duras penas después de terminar con los respectivos deberes escolares de ambos de mis hijos dejamos instalada la partida para iniciar el sábado temprano. Sin embargo, decidimos iniciar el juego después de comer y es que en un día soleado hay que aprovechar para hacer actividades al aire libre. Estuvimos jugando a nuestra pequeña comunidad durante poco más de dos horas y me parece que la didáctica del juego que está basada en trabajar de manera conjunta para lograr destruir el anillo (algo raro para la mayoría de los juegos de mesa), por una parte permite hacer un pequeño ejercicio de trabajar en equipo y de aprender a dar algo de lo poco o mucho que se tenga en beneficio de todos; esa parte del juego es la que me agrada y además, me gusta que mis hijos lo tomen de manera natural. Resulta simpático, el hecho de que compré el juego de mesa del Señor de los Anillos creado por Reiner Knizia hace casi 8 años y la verdad pensaba que algún buen día podría jugar con alguien que le gustara dicha obra. Nunca imaginé el jugar con mis hijos y menos aún que fueran ellos quienes mostraran su iniciativa para jugarlo. Y como a mis chavos no les gusta portar el anillo, ahí empieza la comunidad ...