Los primeros años de la vida trazan posibles senderas que a ojos infantiles parecen tan cercanas y a la vez son realmente alejadas para recorrer, hasta que poco a poco, al paso de la vida la madurez toma el relevo y algo dentro de cada uno de nosotros, eso llamado coraje nos empuja a seguir algunas de dichas rutas.
En este caso, el gusto de mi padre por el cine me permitió en primera instancia un acercamiento bastante superficial de algo relacionado con la obra del profesor. En el Teatro Morelos de Toluca se estilaba colocar los anuncios promocionales de los estrenos por proyectarse en el recinto de entrada, en una ocasión alcancé a ver uno en donde aparecía como personaje principal un señor de edad bastante avanzada con barba y vestido como un eremita, pensé que ese personaje debía ser como se indicaba en dicho cartel el señor de los anillos (ESDLA), que lástima que no me fijé en sus manos, para ver cuántos anillos tenía y peor aún no le comenté a mi padre de dicha película. Ese vistazo quedó plasmado en una zona de la memoria bastante inaccesible. Por aquel entonces el gusto por la lectura se limitaba a algunos pequeños libros entre los que sobresalía la pandilla de los diez. Era un asiduo seguidor de caricaturas y programas de televisión como Marino y la patrulla oceánica, Tritón, Los 4 fantásticos, el hombre araña, etc., sin llegar a formar parte activa de la familia del tío Gamboín. Sin embargo tenía una fijación reprobable ya que me parecían agradables las series acerca de la guerra, idealizaba a los combatientes como héroes (series al estilo de combate), casi como si fuesen alguno de los antiguos luchadores como el Santo, Tinieblas, etc. Ya que esos tipos realmente eran admirados en la época que estaba en la primaria.
Debido a que la forma de ser de cada uno de nosotros se va modificando en función de factores de peso personal, en mi caso me llamó la atención desde pequeño el serial de formula 1 que en aquel entones contaba con exponentes como Lauda, Fittipaldi, Regazonni, Hunt. Esto resultaba normal ya que mi padre trabajaba como mecánico industrial y muy seguido cambiaba de auto. Mientras que me tocaba usar un pequeño torno, lo que era fantástico ya que podía hacer pequeños trabajos estando a finales de la primaria.
Posteriormente, durante los estudios de secundaria me seguían llamando la atención algunos libros sobretodo aquellos que trataban temas relacionados con otras culturas y lugares distantes. Aún con la reducida cantidad de libros leídos empezó la inigualable imaginación a ejercitarse, es increíblemente satisfactorio poderse transportar más allá del tiempo y del espacio. En fin, que para aquel entonces me llamaba la atención los relatos de Lobsang Rampa (cuyo autor ha negado los supuestos hechos de manera rotunda), Moby Dick, El viejo y el mar, Juan Salvador Gaviota, etc. La mayor parte del tiempo libre me la pasaba trabajando en una refaccionaria de autopartes, por lo que me entretenía cuando no tenía que hacer un servicio a recrear naves espaciales a partir de juegos como el lego.
La etapa de la preparatoria pasó como un viento fugaz durante el cuál el canijo carácter rebelde que transpiraba me hizo por un momento vacilar en continuar con mis "estudios", lo que me salvo fue el deporte y por azares del destino en un determinado momento me encontré en la situación de realmente elegir entre el deporte profesional o los estudios en serio o lo que significaba a empezar a estudiar y no únicamente a pasar. Los libros leídos se redujeron considerablemente de manera que el tiempo libre lo dedicaba a participar en un "luz y sonido", en el cuál nunca pude ser un "D. J." siquiera pasable. Pero las desveladas y las pachangas después de varios meses consecutivos resultan demoledoras.
Para cuando cursaba estudios de licenciatura un compañero me hablaba de un libro muy bueno que valía la pena leer intitulado ESDLA. A duras penas podía entender algunas partes de algunos libros que teníamos que estudiar, lo que resultaba francamente desesperante y más aún en época de exámenes. Por lo que empezaba a leer algunos libros relacionados con yoga y algunas cuestiones un poco filosóficas y otros libros como En el nombre de la rosa, El callejón de los milagros, Las ruedas del alma, La mujer dormida debe dar a luz y otros de Cosmobiología. Terminé acelerando el curso, cambiando un poco el régimen alimenticio y a la postre casándome. Para aquel entonces en el instituto dónde actualmente continúo adscrito le pedí a una muy querida amiga que me recomendara un libro y me dijo he estado leyendo uno muy bueno llamado ESDLA. Así que dispuse de unos dineros y fui a comprar dicho libro a finales del otoño de 1996. Las primeras 100 páginas me costaron trabajo pero después el torrente de sucesos, las exquisitas descripciones de la tierra media, la increíble descripción de los caracteres de cada uno de los personajes principales y la existencia de diversos seres, además de la bien marcada diferencia en la forma de ser de los admirables hobbits (para mí denigrada, corrompida y bastante mal adaptada en las películas del señor Jackson, sin demeritar que la mayoría de los malvados le quedaron bien), el sentir profundo de los hombres de antaño y para mi personalmente la magnifica capacidad de seguimiento de la epopeya me hizo vivir una experiencia que va mucho más allá de lo que alguna vez me halla pasado al leer un libro. Mi ahora ex-mujer me criticaba por lo simple y absurdo de mi manera de ser, le llegaba hondo verme llorar o reír pegado todo el día a un libro en lugar de estar atento a su vida. Pues bien mi amiga terminó llenando un hueco amoroso en mi relación y también resultó ser el catalizador de la inevitable separación ocho años después. Posteriormente, a la lectura de ESDLA inicié la lectura del hobbit en menos de dos meses había terminado ambos libros. Me llené de alegría al reconocer la forma y el fondo de otra obra del profesor, reía como enano, sufría si estuviera en medio de eventos difíciles y me sentía como todo un viajero al acompañar a Bilbo en su camino. Al terminar quería leer más libros del profesor y ... no se pudo, en ninguna librería de Toluca conocían el Silmarilion, El libro de los cuentos perdidos, etc., NADA. Que des... gracia, francamente. Me quedé con las ganas de seguir continuando y la falta de coraje me impidió ir a México a buscar, aunado a las continuas críticas acerca de la literatura que leía, ni modo.
Sin embargo al término del posgrado inicié una campaña para estudiar en el extranjero junto con un amigo que actualmente vive en Canadá. La intención era especializarnos en temas poco tratados en México. Un país que desde la secundaria tenía intención de conocer era Francia y el coraje fue suficiente para mal pasar tres meses durmiendo a ras de piso, soportar un clima bien distinto y asimilar una cultura bien distinta, y a tratar de ver las cosas desde otro punto de vista y vaya que el primer año es bastante duro. Durante el segundo año 1999 por una causa fortuita contacte mediante correo electrónico a Anna Backström; ella había creado una página relacionada con Tolkien y tenía la intención de crear una asociación, lo curioso es que su página no estaba en un sitio en México sino en un país Europeo, más no recuerdo si era en Alemania, su idea me pareció muy interesante y poco después supe que ya estaban por crearlo en México y sentí envidia de la buena deseando lo mejor al otro lado del Atlántico para todos los Tolkiendili. Ese evento me renovó las ganas de buscar los libros que en su momento no pude hallar en México y así fue como adquirí y leí algunas obras más del profesor. Después del "boom" comercial promovido por las películas se iniciaron nuevas ediciones de los antiguos libros y ya no pude terminar una colección para jóvenes del ESDLA me faltó el sexto libro, lástima.
Corría el inicio del nuevo milenio y en el laboratorio (LEEI hoy día conformando un nuevo laboratorio de mayor alcance y con más lineas de investigación denominado Laplace) donde estaba realizando el trabajo de investigación llegó un sudafricano (Julian alis Boromir) y poco después un belga (Vincent alias Légolas) y con la sorpresa de que ambos eran fieles lectores de Tolkien. Aunado a esta graciosa coincidencia resultaba que éramos la comunidad internacional del laboratorio y resultaba obvio ya que nos veíamos realmente pintorescos, puesto que teníamos dos amigas más, una de ellas proveniente de China (Weiping) y otra de Indonesia (Grace) (ambas de hobbitón), como resultado había al menos un representante de cada continente, lo que resultaba muy enriquecedor ya que en el tiempo libre tratábamos de aprender un poco de cada uno de nuestros respectivos idiomas y cultura. Cuan sorprendente es que aun con nuestras diferentes formas de ser concordábamos bastante con la obra del profesor. Un día les comenté que estaban grabando la trilogía y se esperaba estrenar la primera parte en Navidad de ese año. Resultó una noticia sorprendente y ya esperábamos ver los cortos de dicho evento. Pasaron dos años y antes de regresar a México me di una escapada para visitar a Légolas en su tierra y el día de su cumpleaños me puse a cocinar porque se estaba arruinando el pollo al curry y al final después de muchos brindis terminamos tomando sake y zzssssaalud! Posteriormente antes de regresar definitivamente a México compré una adaptación en francés del hobbit en dibujos, la edición original es inglesa pero igual es muy entretenida. Pasaron los años y la comunidad se disolvió y cada quién tomo su rumbo y aún algunos mantenemos contacto. Légolas pasó dos semanas en estas tierras de hobbits en febrero del 2005, para entonces ya estaba divorciado así que me tomé una semana de vacaciones para mostrarle a él y a su elfa algo de la campaña en el Edo. de México, Michoacán, Querétaro y Guanajuato le gusto mucho Morelia, además de la cerveza obscura mexicana, sobretodo la Potro, la león, la negra modelo y la indio. Hace bastante tiempo he querido participar de manera más activa pero realmente sus conocimientos me sobrepasan por mucho, por lo que me mantengo a distancia observándolos con paciencia, como las águilas. Con respecto a los libros nos les puedo recomendar gran cosa, sin embargo pienso que "el Sueño de Inocencio III" es un extraordinario trabajo hecho por un mexicano que vale mucho la pena leerlo, tomando en cuenta que es otro tipo de literatura.
Saludos a todos, de antemano les ofrezco una disculpa por mis reducidas capacidades respecto al lenguaje. Para la comunidad internacional del laboratorio era Samzagas el personaje preferido de su servidor.