enero 18, 2010

Primera vez 1


Dicen que la primera vez es la mejor o la peor, pero muchas veces ni el recuerdo queda.

La primera mamada fue en junio del 68, estaba realmente muy pequeño y realmente no recuerdo nada al respecto, lo curioso es que esa relación madre-hijo ayuda bastante a ambos; lástima por los que no pudieron, no pueden y no podrán hacerlo en su momento; ahora que ya para los que ya alcanzan a tocar el timbre la cosa es bastante diferente.

La primera mujer interesante obviamente fue mi madre pero aparte de ella, creo que la mujer que más influyó en forjarme una idea del principio femenino fue una prima a la que estimo mucho y después de hacer un recuento veo que siempre fuimos bastante compatibles y nadie nos paraba cuando de jugar o de hacer travesuras se trataba ... vaya que disfruté cada uno de esos momentos.

El primer hombre y el mejor ejemplo que pude tener obviamente es mi padre y le estoy agradecido por forjarme con el ejemplo como una persona sencilla, responsable y trabajadora o al menos así trato de ser, el aspecto caritativo llevado a extremis no lo entiendo pero un poco es bueno.

El primer auto que tuve fue un carro de bomberos a pedales estaba tan curioso que recuerdo tenía su torreta, sirena y hasta una escalerita, ja! Esos carritos de metal estaban muy bien armados y vaya que duraban y proporcionaban horas de diversión, hasta conejos subíamos a los autos, recuerdo que duró bastantes años y no se acabo sino que fue legado a uno de mis primos.

El primer regaño fuera de casa fue cuando un chamaco del "kinder" me propinó una patada, como era bastante bronco no me contuve y de un puñetazo en plena cara le empezó a brotar sangre de la nariz, unas niñas más grandes dieron la alarma y una maestra después de regañarme me castigó dejándome arriba de una mesita en pleno patio durante casi todo el recreo (su intensión era llevarme con la directora) ... pero a medida que veía menos compañeros me armé de valor, me bajé de la mesa y a correr pero con un plan, como todos los salones tenían dos puertas una dando al patio y la otra hacia un corredor tomé este último y me metí en un salón que no era el mío, obvio que ella trataría de buscarme en ese lugar y ese momento serviría para continuar corriendo hasta mi salón por el otro lado. Después la educadora estuvo visitando salón por salón en la búsqueda del muchacho, pero aún viéndome no me reconoció, fue algo emocionante y valió el recreo que me perdí, recuerdo la risa interna por el escape de algo que realmente era injusto.

La primera situación embarazosa en público fue cuando el primer día de clases en una escuela primaria cercana a mi casa me presenté con catarro y en un estornudo no pude contener una cantidad exagerada de moco que me colgaba de los orificios nasales, ¡rayos! No tenía ni una tela para limpiarme y ni como pedir permiso y lo que es peor todas las madres asomándose para ver a sus hijos lejos de apaciguarme me hizo sentir tan mal que ya no quise regresar a esa escuela y estuvo bien ya que me cambiaron a otra cercana al taller de mi padre y en la cual me sentí bastante bien.

La primera versión de crurofilia fue dejarme caer al piso como si en un instante hubiese perdido la conciencia eso atraía a las niñas y me permitía verles las piernas ... eso si realmente me duró el gusto hasta el momento en el cual una de ellas lo notó, hay que tener en cuenta que eso lo hice en primero de primaria y de ese entonces al día de hoy todo cambia, ¡menos los gustos, ja!

El primer ídolo por decirlo de alguna manera fue en su momento (1974) Antonio Lomelin, aún recuerdo cuando lejos de quejarse o revolcarse pidiendo ayuda después de una grave cornada tomó entre sus manos el paquete intestinal y por su propio pie se dirigió a la zona de urgencias de la plaza para salvar su propio pellejo.

La primera cerveza que tomé fue una que me ofreció mi papá un día que estaba ayudándole en el taller mecánico, recuerdo que hacía bastante calor y el refresco no me quitaba esa sensación, así que me dijo que era mejor una cerveza en aquel entonces fue una Tecate en lata (esas latas estaban durísimas) que ingerí con sus respectivos limón y sal, estuvo bastante buena y por aquel entonces estaba cursando el sexto año de primaria, recuerdo que aparte de quitarme la sed me dejó bastante relajado y hasta con un poco de sueño más aún al estar bajo la acción de la radiación solar.

Y por el momento lo dejamos ahí.

4 comentarios:

Kitsune dijo...

Me encantó cómo narraste las anécdotas, fueron muy sensoriales.

*sigh*
quién olvida su primer cerveza
:P

Raven Lausleahleahhann dijo...

Yo ya olvidé cuando fue mi primera cerveza mexicana. Pero recuerdo bien cuando y cómo tomé mi primera Guinness, de hecho, tengo un borrador del relato de esa experiencia, quizá un día me anime a publicarlo.

Un abrazo grande!

Chendo dijo...

Kit: El esfuerzo se hace y por cierto ¿cuál fue tu primera chela?
Mel: Esperaré tu relato de la Guinness ... la primera realmente BUENA que tomé fue en Cork.
Mis mejores deseos para ambas.

Kitsune dijo...

Fue una Corona, bueno, dos, a mis 11 o 12 años estaba en la playa ocultándome del sol y la sal cuando mi mamá me dijo que la mejor manera de quitarse el calor era con una chela bien muerta... recuerdo que pedimos 2 y nos llevaron 4, sentí raro, pero siniestramente agradanle tener un par de chelas formaditas sólo para mí... *sigh* lo bonito de la eterna "hora feliz" en las sillitas de la playa.
Ahora suena como a gusto culpable del pasado porque dejé las cervezas claras desde esa época, prefiero una buena Guinness que, como dice un amigo, es como comer carne.
:P